Dr. Sebastián Guckenheimer
Patologías
Las hemorroides son vasos sanguíneos que se encuentran dentro y fuera del ano. El síntoma más común de las hemorroides internas es la sangre roja brillante con la materia fecal, el papel higiénico o el inodoro. Esto se debe generalmente al esfuerzo para evacuar el intestino (diarrea o constipación), envejecimiento o situaciones específicas como el embarazo. En la mayoría de los casos el sangrado se limita espontáneamente y en ocasiones se requieren medidas higiénico-dietarias + medicación. Como tratamiento alternativo puede indicarse la ligadura con bandas, quedando como última instancia la cirugía. Un porcentaje bajo de los pacientes puede presentar como complicación de la enfermedad una fluxión hemorroidal que es el prolapso e inflamación del paquete hemorroidal que genera dolor y disconfort.
Las hemorroides externas pueden presentarse como una trombosis, siendo los síntomas más frecuentes el dolor y la palpación de un bulto perianal.
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La fisura anal es una herida de profundidad variable a nivel del margen anal. En la mayoría de los casos la causa es un traumatismo fecal por constipación severa, aunque también se puede presentar en el contexto de un síndrome diarreico. Los síntomas incluyen dolor al evacuar el intestino asociado a veces a ardor y sangrado. En la fase de cicatrización es común la picazón.
El tratamiento suele ser médico requiriendo cirugía si los síntomas persisten.
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Un absceso es una zona inflamada donde se acumuló pus. Su causa suele ser la obstrucción de las glándulas que se encuentran dentro del ano siendo sus principales síntomas el dolor y la hinchazón perianal pudiendo a veces drenar en forma espontánea. Si esto no sucede se indica el drenaje quirúrgico. Un porcentaje de los pacientes puede evolucionar a una fístula anal como consecuencia del proceso inflamatorio.
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Una fístula es una conexión anormal entre el interior del ano y la piel que está inmediatamente afuera. Por lo general existe el antecedente de un absceso previo. El síntoma principal es la secreción de un líquido fétido a través del orificio perianal que mancha la ropa interior generando humedad en la zona y picazón. Para su estudio suele ser necesaria una ecografía endoanal de 360 grados. El tratamiento es quirúrgico en todos los casos.
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Los condilomas son lesiones causadas por el Virus del Papiloma Humano (HPV). Es una enfermedad de transmisión sexual, ya sea vaginal o anal. Existen distintos tipos de HPV, algunos como el 16 y 18 se asocian al desarrollo de cáncer anal. La población de mayor riesgo son los pacientes portadores de HIV y hombres homosexuales. Existe una vacuna disponible que brinda inmunidad frente a los tipos de HPV más frecuentes y se encuentra incluida en el Calendario Nacional de Vacunación desde hace unos años.
Las lesiones se presentan en forma de coliflor, rugosas, pequeñas, rosadas o blanquecinas que se extienden rápidamente en áreas húmedas como la vagina y el recto. Generalmente son asintomáticas. En algunos pacientes puede ser necesario para su estudio un PAP anal y una anoscopía de alta resolución para descartar otras lesiones.
El tratamiento para lesiones pequeñas es la topicación local con citolíticos o imiquimod. Ante el fracaso o lesiones mayores se realiza la electrofulguración o cirugía excisional.
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También conocido como seno pilonidal, es la formación de una cavidad por debajo de la piel que se ubica generalmente cerca del cóccix, justo por encima del pliegue de los glúteos. Se asocia con la presencia de uno o varios pelos y la consiguiente reacción inflamatoria e infección agregada. Es más frecuente en hombres jóvenes. El síntoma más frecuente es la aparición de una tumoración dolorosa hacia uno de los lados de la línea media de la región sacro coccígea con o sin drenaje espontaneo del material purulento. Esto tiende a cronificarse presentando sintomatología en forma recurrente. El tratamiento definitivo es quirúrgico. Si tiene más inquietudes no dude en consultar personalmente.
El cáncer colorrectal es el tumor más frecuente del tubo digestivo. En mujeres es el segundo en frecuencia superado por el cáncer de mama, mientras que en hombres le corresponde el tercer lugar (1° próstata y 2° pulmón). El 90% se presenta en personas mayores de 50 años y en el 75% de los casos es esporádico, es decir que no existen antecedentes personales ni familiares de la enfermedad.
La mayoría de estos tumores se originan a partir de un pólipo que crece lentamente y con el tiempo (10 años) se maligniza si no es detectado y extirpado a tiempo. Esto justifica indicar una videocolonoscopía a todas las personas a partir de los 50 años o antes si existen factores de riesgo con el fin de diagnosticar y tratar estas lesiones en etapa temprana. En estos casos la posibilidad de curación supera el 90%. Cuando los síntomas están presentes las lesiones son frecuentemente más avanzadas y la tasa de curación se reduce al 60%. Los síntomas incluyen sangrado a través del ano, alteración del ritmo evacuatorio, dolor abdominal inespecífico, anemia y pérdida de peso.
La cirugía constituye la principal opción terapéutica y consiste en la extirpación del segmento afectado junto con los ganglios linfáticos regionales. El mismo puede complementarse con quimioterapia y/o radioterapia.
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Los divertículos son pequeñas dilataciones de la pared del colon que se producen por aumento de la presión en la luz colónica. Se estima que la mitad de las personas mayores de 60 años y el 95% de los mayores de 70 años tienen divertículos. Esta situación se denomina diverticulosis si no existen síntomas y constituye la situación más frecuente. Suele ser un hallazgo durante una colonoscopía.
En caso de existir manifestaciones, suelen ser parecidas al colon irritable (dolor, distensión abdominal y constipación) y se tratan aumentando el contenido de fibras en la dieta, antiespasmódicos y probióticos entre otros.
Las complicaciones incluyen la inflamación (diverticulitis) y el sangrado. En estos casos el diagnóstico es principalmente clínico, complementando con análisis de sangre, radiografías y tomografía. Puede ser necesaria la internación y un porcentaje bajo puede requerir la intervención quirúrgica que consiste en resecar el segmento del colon afectado.
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Es la incapacidad de retener materia fecal sólida, líquida o gases produciéndose el pasaje involuntario del contenido rectal a través del ano. Puede suceder con o sin conocimiento y es más frecuente en mujeres mayores de 65 años.
La continencia puede verse afectada ante cambios en la consistencia de la materia fecal, alteración de los esfínteres y/o músculos del piso pelviano y trastornos rectales que alteren su capacidad de reservorio y la sensorialidad anorrectal. Generalmente se asocia con el antecedente de parto, traumatismos y cirugías abdominales o perineales.
Para su diagnóstico es fundamental el examen proctológico junto con estudios funcionales como la ecografía endoanal, manometría anorrectal, resonancia y endoscopía para descartar patologías asociadas. De acuerdo a la etiología, el tratamiento puede ser una simple modificación en la dieta, la reeducación de los esfínteres (biofeedback) o la cirugía.
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Es la exteriorización del recto a través del orificio anal. Afecta más frecuentemente a mujeres mayores de 50 años y puede ser motivo de dificultad evacuatoria asociado a mucosidad y sangrado. En su etiología se encuentran la debilidad de los tejidos pelvianos y la alteración de la musculatura. Para su diagnóstico es necesario un completo examen proctológico y estudios anatómicos y funcionales. La mayoría de los casos se resuelven con una intervención quirúrgica.
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Es el abultamiento de la pared anterior del recto sobre la pared posterior de la vagina. Su causa suele ser el adelgazamiento del tabique recto-vaginal (una capa fina de tejido situada entre el recto y la vagina) y el debilitamiento de los músculos del suelo pelviano secundario a un trauma obstétrico, esfuerzo crónico en las evacuaciones digestivas o antecedente de cirugías ginecológicas o rectales. Existen síntomas rectales (dolor, constipación, necesidad de presionar contra la vagina para evacuar) y síntomas vaginales (dolor durante el acto sexual, sangrado).
Para su diagnóstico es necesario un completo examen proctológico y estudios anatómicos y funcionales. La mayoría de los síntomas asociados con un rectocele se pueden resolver con tratamiento no quirúrgico, reservándose la cirugía cuando falla el tratamiento médico.
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